sábado, octubre 14, 2006

Relaciones Públicas: ¿Crowdsourcing?

El vate del blog, Sr. D. JJ Merelo, nos pone en la pista de un nuevo concepto: Crowdsourcing, y lo enlaza hábilmente con Jack Bauer, el héroe extremo de 24, aplicándolo al periodismo ciudadano.
No todo el mundo quiere ser reportero, claro, pero imagínate que estás tomándote un cafelito tranquilamente y recibes un SMS (o, ya puestos, email) en tu chisme geoposicionado que te dice "Oye, chavalote, que hay una manifa a la que le están dando leches a 200 metros de ti; si vas y nos metes un feed de video te pagamos el café que te estás tomando (que te estamos viendo por el satélite), y 200 más. ¿Qué me dices?" (todo esto traducido automáticamente de lenguaje SMS, claro) ¿Quién se podría negar?
Sería simplemente otro caso de crowdsourcing.

Es evidente que un millón de cabezas piensan mejor que una, pero hay que destinar recursos para identificar entre las ideas brillantes y aquellas que sean directamente olvidables, cuando lo que se pretende es ir a un público masivo y no necesariamente se intenta ir a la larga cola.

Situaciones como la que plantea Merelo son técnicamente viables (y de hecho cadenas como la BBC y muchas otras ya están nutriéndose de contenidos enviados por ciudadanos -tan sólo recordar que todas las imágenes del metro de Londres posteriores al atentado terrorista fueron tomadas con los móviles de los afectados) y económicamente rentables, pero también existe la posibilidad que los individuos caigan en la cuenta que pueden ser ellos mismos una fugaz cadena de televisión y rentabilizar su esfuerzo y oportunismo de alguna manera.

¿Cómo sería el modelo de negocio? ¿Por el número de veces que se descargara el vídeo? ¿Por relevancia? ¿Por haber sido comprado por una cadena en exclusiva o como contenido sindicado? ¿Cómo poder separar el trigo de la paja?

Cuestiones que necesitarán reflexionarse a profundidad para dar con respuestas más o menos adecuadas que permitan crear un modelo estable.

Pero el hecho de que ya se esté hablando de ello permite definir que ya no se trata de un futurible, sino de algo que seguro veremos (¿y aprovecharemos?), aunque sea en estado beta.

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